¿Qué ejercicio físico debemos hacer tras un trasplante de hígado?
¿Qué pasa en nuestro cuerpo tras un trasplante hepático?
Cuando somos trasplantados de un órgano en concreto, en este caso hígado, tenemos una prevalencia bastante alta de comorbilidades (sobre todo cardiovasculares), aunque se normalice nuestra función hepática y la hipertensión asociada. Además, la fragilidad, asociada habitualmente con el envejecimiento geriátrico propiamente dicho, existe y puede persistir de forma indefinida, donde una función física óptima es el único predictor de éxito después del trasplante, estando presente únicamente en 4 de cada 10 trasplantados 1 año más tarde.
¿Y concretamente respecto al músculo y el hueso?
Pese a que solemos esperar una mejora de la masa muscular tras el trasplante, la utilización de diferentes fármacos como los inmunosupresores generan cierta atrofia, además de pérdida de densidad mineral ósea. De esta manera, varios estudios nos subrayan la importancia de mantener unos niveles altos de masa muscular tras el trasplante, asociándose con una mayor supervivencia del receptor y del aloinjerto. Por otro lado, y respecto a la aptitud cardiorrespiratoria, aunque los niveles de actividad física mejoran tras el trasplante, la mejora de la función pulmonar es pequeña, siendo atribuida en gran parte a un aumento de los niveles de hemoglobina.
Si quieres saber porqué es necesario mantener un estilo de vida saludable previo al trasplante, no te pierdas el artículo “Ejercicio físico en enfermedad de hígado terminal».
¿Qué podemos hacer para contrarrestarlo?
La alta prevalencia de enfermedades cardiovasculares posteriores al trasplante guarda una estrecha relación con el sedentarismo, pudiendo desembocar en obesidad, diabetes, esteatosis hepática o hiperlipidemia, por ejemplo. Sin embargo, la realización de ejercicio físico, tanto de fuerza como de resistencia, atenúa el desarrollo de estas patologías, mejorando, incluso, la función física, además de la fuerza muscular y la función pulmonar. Concretamente, lo mínimo sería cumplir con las recomendaciones de actividad física de la Organización Mundial de la Salud, es decir, realizar 150 minutos de actividad física moderada (30 minutos por día) y dos días de entrenamiento de fuerza semanales (15-20 minutos cada uno de ellos).
¿Pero…podemos mejorar nuestra calidad de vida?
Aunque la calidad de vida parece mejorar tras el trasplante, no sabemos si puede equipararse a niveles de la población general, empeorando a largo plazo y siendo influida negativamente por el sedentarismo. No obstante, el ejercicio físico parece mejorar nuestra calidad de vida, pudiendo beneficiarnos especialmente de actividades sociales o realizadas en grupo.
Por todo esto, y si decides empezar un programa de entrenamiento, no dudes en contactar con el equipo Trainsplant, nosotros nos ocuparemos de analizar tu caso y poder ayudarte a cumplir tus objetivos.
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Referencias
- Dunn, M. A., Rogal, S. S., Duarte‐Rojo, A., & Lai, J. C. (2020). Physical function, physical activity, and quality of life after liver transplantation. Liver Transplantation, 26(5), 702-708
- Levitsky, J., Singhvi, A., Sadowsky, H. S., Cohen, A., Demzik, A., VanWagner, L., & Rinella, M. (2017). Resting and exercise energy metabolism after liver transplantation for nonalcoholic steatohepatitis. Transplantation Direct, 3(8).
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